viernes, 28 de noviembre de 2008

Estaba yo aquí pensando...

Porque la verdad es que no sé qué hacer. Estoy todavía en Milagro, es viernes por la tarde y la totalidad de mis planes son... cero. Y claro, cuando no tengo nada que hacer y nadie se molesta en coger el teléfono cuando le llamo, me da por pensar.

Esta tarde he estado acompañando a un amigo/anfitrión/compañero de trabajo a recoger su coche al taller. El coche estaba "retenido" pendiente de ver quién pagaba el arreglo, si el seguro o el propietario.
Y la cosa tiene bemoles, porque los talleres NO pueden retener vehículos. Es decir, legalmente el propietario tiene todo el derecho a llevarse su vehículo en tanto no se niegue a pagar (que no significa que pague, sólo que no se niegue a hacerlo en algún momento).
Al final el dueño ha pagado el arreglo, a la espera de que el seguro se haga cargo y le reintegre el monto total, cuando les venga bien. Ole la espalda llena de latigazos del consumidor español.

Este ejemplo en sí no tiene mayor importancia, pero me sirve para ilustrar lo burros que llegamos a ser a veces, o más bien lo borregos. Por no discutir algunos se dejarían pisar hoy sí y mañana también. Por ser mejores personas que los que no lo son tanto algunos nunca se quejan, nunca reclaman, y de eso se aprovechan los que no tienen tantos reparos en tirar para casa.
En serio, no seáis tontos y reclamad por aquello por lo que pagáis. Si la oscuridad sólo prevalece en ausencia de la luz, lo mismo pasa con los que se escudan en los sistemas de reclamación un tanto engorrosos. En cuanto les pongamos el foco en la cara desaparecen, como los monstruos que viven en el rincón oscuro.

En fín, creo que me voy a ir. Practicaré un poco de ostracismo, veré una peli en casa y no le diré "sí cariño" a nadie, que para eso está uno solo.
Me pregunto si le contaría todas estas chorradas a una media naranja en directo... porque si pasa algún dia os las váis a perder :D

Carpe diem, por cierto.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Por fin, vacaciones

No estoy hablando de ahora mismo precisamente, pero resulta que mi jefe orquestero ha decidido prescindir de mí para el verano que viene y de pronto, sin comerlo ni beberlo, me he encontrado con un fabuloso universo vacacional.

En menos de 10 minutos de recibir la noticia mi mente ya había recuperado todos esos proyectos de viajes que nunca hice y esos planes que nunca pude cumplir con mis minivacaciones de cinco días.

Puede parecer que realmente no me importa mucho que me despidan, y es correcto. Si algo he aprendido de la vida es a aceptar las cosas como vienen y a saber que todo lo que nos pasa tiene algo de bueno. No estar en un sitio indefectiblemente nos pone en otro, y quién sabe lo que encontraremos allí...

De momento ya rumio un mes en USA, recorriendo la Ruta 66 en moto, viviendo, por fin, unas vacaciones.