viernes, 31 de julio de 2009

Al final sólo estás tú

Ha sido un año un tanto extraño. Algo más de un año realmente. Revelador, intenso, triste, un año de pensar, de hacer introspección. De llegar a la conclusión de que no sólo no he alcanzado metas que realmente me importen, sino que además por el camino he perdido el norte de otras, ahora lo sé, más importantes.

Comentaba mi buen amigo Javi en la entrada anterior que tratamos de ser como queremos llegar a ser.
Yo no sé como quiero llegar a ser, pero sé como no quiero ser, y a la vista de los acontecimientos algo debo estar haciendo mal. No, no estoy contento, y no estoy contento porque hay gente descontenta por mi culpa, y eso es algo que no me gusta.

He usado la palabra culpa, pero no es culpabilidad lo que siento. La intención es lo que cuenta, y mi intención, a pesar de lo que piensen algunos, no es mala.
Sin embargo sí que soy la causa y no puedo negar mi responsabilidad en mi propio malestar, y en el de otros.

A menudo pienso que cada cual es como es, y que hay que convivir con aquellos que te aceptan como eres, y olvidarse de aquellos que no lo hacen. También a menudo pienso en que sería más fácil ser como el resto del rebaño, y encajar con la mayoría.

Nada de eso importa, sin embargo, para la meta de ser una buena persona. El objetivo al final sigue siendo el mismo. Al final, sólo estás tú. Tú mismo.