lunes, 16 de febrero de 2009

La Aduana Postal del Siglo XII

Pues no, no es un escrito histórico, pero a los efectos, como si lo fuera, así que leed el relato que a continuación os describo:
Érase una vez un maestro de escuela que tuvo un percance volviendo de unas vacaciones y estrelló su carruaje contra una calesa, y hubo gran regocijo (not).
Tras comprar las partes necesarias para repararlo, el maestro esperó pacientemente a que llegasen, pues las había comprado en diversas partes del globo; había intermitentes de las islas, parachoques de la Ribera, capots de la lejana China, plásticos del Imperio Austrohúngaro y faros del Nuevo Mundo.
Pacientemente esperaron también los orfebres y artesanos, pues necesitaban las piezas para continuar con su árduo trabajo.
Y las piezas fueron llegando, en paquetes grandes y pequeños, y los artesanos se pusieron a reparar, y los pintores a pintar, y el carruaje tomaba forma de nuevo. Pero hubo unas piezas que no llegaban, y no llegaban, hasta que finalmente llegó una carta que decía: "Su caja es grande y como es grande (y nos olemos que valdrá dinero) la vamos a retener en las Reales Aduanas de Bilbao hasta que pague Ud. unos impuestos que sólo las cajas grandes pagan."
Ni corto ni perezoso, pues la cosa corría prisa, nuestro amigo el maestro mandó carta de pago a las Reales Aduanas y esperó.
Y esperó, y desesperó, y cansado de esperar decidió contactar con las Aduanas, pero las Aduanas sólo atendían al público de 9:30 a 10:30, no se fueran a cansar. Tras quince intentos y unas plegarias por fín alguien se dignó a atender a nuestro protagonista.
- Buenos días, alabado sea Dios.
- Buenos días.
- Mire, el miércoles pasado les mandé a Uds. un fax con un pago y no tengo noticias de qué pasa con él.
- Quince días.
- No, no, el míercoles pasado.
- Digo que le costará quince días llegar.
- ¿Quince días llegar de Bilbao a Pamplona? Jodó petaca.
- Imagínese a Valladolid.
- O a Nueva Guinea...
- Pues sí.
- ¿Y no me puede decir Ud. si todo está correcto?
- Pues no, si el fax le dió el ok todo está bien.
- Así que quince días...
- Eso es.
- Pues muchas gracias, y que Dios le guarde a Ud. muchos años.

Y digo yo, a la luz de los acontecimientos, si no deberíamos estar contentos de no vivir en la octava o novena potencia mundial, o en la vigésima, donde sus Aduanas tercermundistas retendrán las cajas grandes meses y meses o las mandarán sabe Dios cómo, ya que carecen de los rápidos Porteadores Nubios de Correos de España que son capaces de recorrer la distancia Bilbao-Pamplona en sólo quince días.

Afortunados somos, sin duda, de ser un Imperio.

sábado, 7 de febrero de 2009

Humildad

Dice la Wikipedia: "La humildad en las personas es toda aquella cualidad que revela el completo concepto de lo que es el ser humano, es la verdadera virtud que muestra en un más completo sentido lo que convierte a una persona en humano."

Yo, que de virtudes ando un poco jodido, ésta la tengo realmente mal. Creo que nunca he sido humilde, al menos no en general.
En el cole no destacaba por nada excepto por hacer el idiota, cualidad que sí que mantengo arraigada, pero no recuerdo haber sido mal chaval. Algunos me despreciaban, otros han sido mis mejores amigos. Yo diría que la media es... normal.
Suspendí por primera vez en octavo, pasé BUP sin pena ni gloria. Aprobé COU porque me aprobaron. Yo no tiraría cohetes, vaya.
No, entonces no era vanidoso ni tenía motivo para serlo.

Quizás la cosa se torció más en la universidad o a lo mejor es que me creció la cabeza, no lo sé. Aprender se me hizo más fácil. Entender las cosas me costaba menos esfuerzo. Me vino bien, sin duda, para aprobar asignaturas. Me vino fatal para ser mejor persona.

En cualquier caso siempre he agradecido esos toques de atención de la gente que realmente me aprecia, con bondades y fallos, y me dice qué corregir.
Los amigos de verdad no huyen de tus defectos. Te los dicen y te ayudan a superarlos.

Hoy ha sido uno de esos días, así que mañana seré mejor persona. Qué coño, esta misma tarde, jejej.