Pues no, no es un escrito histórico, pero a los efectos, como si lo fuera, así que leed el relato que a continuación os describo:
Érase una vez un maestro de escuela que tuvo un percance volviendo de unas vacaciones y estrelló su carruaje contra una calesa, y hubo gran regocijo (not).
Tras comprar las partes necesarias para repararlo, el maestro esperó pacientemente a que llegasen, pues las había comprado en diversas partes del globo; había intermitentes de las islas, parachoques de la Ribera, capots de la lejana China, plásticos del Imperio Austrohúngaro y faros del Nuevo Mundo.
Pacientemente esperaron también los orfebres y artesanos, pues necesitaban las piezas para continuar con su árduo trabajo.
Y las piezas fueron llegando, en paquetes grandes y pequeños, y los artesanos se pusieron a reparar, y los pintores a pintar, y el carruaje tomaba forma de nuevo. Pero hubo unas piezas que no llegaban, y no llegaban, hasta que finalmente llegó una carta que decía: "Su caja es grande y como es grande (y nos olemos que valdrá dinero) la vamos a retener en las Reales Aduanas de Bilbao hasta que pague Ud. unos impuestos que sólo las cajas grandes pagan."
Ni corto ni perezoso, pues la cosa corría prisa, nuestro amigo el maestro mandó carta de pago a las Reales Aduanas y esperó.
Y esperó, y desesperó, y cansado de esperar decidió contactar con las Aduanas, pero las Aduanas sólo atendían al público de 9:30 a 10:30, no se fueran a cansar. Tras quince intentos y unas plegarias por fín alguien se dignó a atender a nuestro protagonista.
- Buenos días, alabado sea Dios.
- Buenos días.
- Mire, el miércoles pasado les mandé a Uds. un fax con un pago y no tengo noticias de qué pasa con él.
- Quince días.
- No, no, el míercoles pasado.
- Digo que le costará quince días llegar.
- ¿Quince días llegar de Bilbao a Pamplona? Jodó petaca.
- Imagínese a Valladolid.
- O a Nueva Guinea...
- Pues sí.
- ¿Y no me puede decir Ud. si todo está correcto?
- Pues no, si el fax le dió el ok todo está bien.
- Así que quince días...
- Eso es.
- Pues muchas gracias, y que Dios le guarde a Ud. muchos años.
Y digo yo, a la luz de los acontecimientos, si no deberíamos estar contentos de no vivir en la octava o novena potencia mundial, o en la vigésima, donde sus Aduanas tercermundistas retendrán las cajas grandes meses y meses o las mandarán sabe Dios cómo, ya que carecen de los rápidos Porteadores Nubios de Correos de España que son capaces de recorrer la distancia Bilbao-Pamplona en sólo quince días.
Afortunados somos, sin duda, de ser un Imperio.
lunes, 16 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

4 comentarios:
Nosotros dependemos de la diligencia (el Pony Express de las pelis) por el asunto del dinero, además. Ni siquiera nos sale fácil pagar...
Saludos desde el sur
A veces me pregunto si no tenemos lo que nos merecemos, por no hacer nada para rectificar el sistema...
Hacemos mucho, Sr Z, pero tenemos la competencia desleal de los que la hacen mal y rápido y de los inoperantes. En medio estamos por el solo hecho de reflexionar sobre asuntos comunitarios. Aunque no siempre encontramos la solución, por lo menos dormimos tranquilos.
En relación a este gran peso que siente el Hombre común, porque no cree posible cambiar el sistema, una amiga me levantó el ánimo con un libro de Microhistoria: un clásico, EL QUESO Y LOS GUSANOS. En este caso uno se desprende de las grandes etapas históricas y corrientes de pensamiento - siempre con grandes papeles protagónicos- para ver el cambio A PARTIR del pequeño movimiento social o movimiento de minorías.
Ya que no puedes salir sin el vehículo...te quedas a leer !!
¡Gracias por la recomendación! :)
Publicar un comentario